lunes, 1 de marzo de 2010

"Y la Tierra Habló" Por María José Ruiz

Aún no eran las 7 de la mañana cuando comenzó la organización del evento. Había una emoción contenida, un respeto por el trabajo, una solemnidad difícil de describir. Todos queríamos poner nuestro mejor esfuerzo, había llegado el día.

Jaime explicó todo lo que había que hacer, organizó los grupos de trabajo y dió instrucciones precisas a los responsables de cada tarea: guardianes, flores, distribución de personas según su energía, ofrendas, ritual Inca, intervenciones, música, asientos, altares, perlas, atención a los visitantes, megafonía, …todo estaba previsto.

56 mujeres bajamos cientos de flores de los 7 colores para deshojar, con conciencia, sus pétalos. El aire se llenó de fragancias, de luz, de cantos sagrados. Erika, una chamana de voz angelical, nos iba marcando el ritmo, el sonido del tambor se aunaba a nuestras voces y la luz cada vez era más hermosa. Con todos los colores mezclados, se dibujaron los caminos y las figuras geométricas que daban la estructura al lugar y a continuación, abrimos un vórtice energético con los aspersores que los alumnos de Jaime habíamos llevado; había exactamente 30 aspersores, justo el número que habían marcado los Maestros, la magia era patente en cada uno de los pasos.

En esos momentos, se presentó el elemento agua: la lluvia vino a saludarnos, en respuesta a nuestra petición de ayuda que fue formulada días antes en El Yunque (Puerto Rico), a orillas de un río, cerca de una cascada. duerante 30 minutos le habíamos cantado al agua, cada uno desde su sentir había enviando mensajes de amor, corazones energéticos para que llegara nuestro mensaje a las aves, al mar, a las nubes, a los árboles, a todos los rincones: “La Madre nos necesita, estamos preparados pero necesitamos ayuda, nosotros sólo somos la punta del percutor, necesitamos mucha más fuerza para llegar al centro de la tierra, id y contadlo a todos, el día 24 será un gran día para todos, os esperamos”.

El aire también nos visitó: Momentos antes de la lluvia, una bandada de aves rapaces, unas 14, habían girado en círculos sobre nosotros, una y otra vez, …nos sentíamos bendecidos.

Cuando todo quedó preparado, nos vestimos con nuestras mejores galas, de blanco con cinto rojo, a la manera maya. Cada uno sabía perfectamente lo que tenía que hacer y cuál era su lugar. Llegamos al recinto y ya había más de 100 personas esperando en la puerta. Necesitábamos 300 ¿Lo conseguiríamos? Tres sahumadoras los íbamos recibiendo de uno en uno y envolviéndolos en incienso y con amabilidad, le dábamos la bienvenida. Nadie puso cara extraña al vernos con nuestras ropas ni se negó a recibir la limpieza con copal; a continuación, unas 30 personas de nuestro grupo los iba acompañando a los asientos y hablándoles con cariño; éramos los anfitriones y queríamos que se sintieran acogidos con amor.

Me sorprendió ver como cada persona que llegaba, traía una gran sonrisa dibujada en su boca. No paraban de darnos las gracias y sonreían, sonreían, con una alegría desbordante. Venían a una fiesta y esa era su actitud.

Se acercaba la hora de empezar y la fila no acababa nunca…720 personas habían acudido a la llamada, incluidos el sacerdote de la Parroquia de Monticello, su comunidad, mujeres y hombres de todas las edades, muchos jóvenes, personas en sillas de ruedas, no nos lo podíamos creer, las expectativas se habían cumplido con creces. Al rato, Jaime confirmó también que había más de 30.000 personas celebrando ceremonias en el mundo, y que 22 países forman ya parte del movimiento ABRE TU CORAZON. ¿Cómo se puede explicar que en solo 50 días se haya convertido en un extraordinario evento mundial? La radio y la televisión en México, la prensa en Bogotá, correos electrónicos, mensajes de móviles, miles de personas saben que hoy es el día del corazón y lo van a celebrar.



A las 8 comienza Jaime a explicar como había comenzado esta aventura mágica unos meses atrás y cual era la Misión. Y terminó citando: “Nunca antes tantos dependieron de tan pocos”. Pidió que todos nos tomáramos de las manos para unir nuestras fuerzas y mover la energía, para crear una potente espiral que él conduciría hasta el centro de la tierra. Se entregó a una arenga a todos los guerreros allí reunidos, hablaba a un Ejército de Luz, gritaba, suplicaba más y más fuerza y la energía subía y volvía a bajar. Hasta 3 veces se intentó. Cuando ya parecía que era imposible y todos estábamos a punto de desfallecer, volvió a gritar ¡Vamos, vamos! ¡Un poco más! ¡La Tierra te necesita, no puedes abandonar! ¡Invoca la fuerza de las 30.000 personas que están enviando toda su energía! ¡Abre tu corazón déjalo ir, lánzalo, y deja tu último aliento, entrega tu vida si es necesario, es la última oportunidad y sólo tú puedes conseguirlo. ¡Más fuerte! ¡Más rápido!

En ese momento, se inició un pequeño zumbido que fue subiendo, subiendo, cada vez más fuerte, cada vez más vibrante, parecía que miles de abejas se habían acercado a la ceremonia. Nuestros brazos parecían sacudidos por una corriente eléctrica, sentíamos la fuerza de nuestros compañeros, ya no podíamos más.

Y de pronto, una oleada de amor, sólo comparable al abrazo cálido de una madre, fue sentida por cada una de las 720 personas que participaban en la ceremonia. Era una energía tan amable, tan dulce que casi perdimos la concentración dejándonos llevar por tan maravillosa experiencia. Nos abandonamos a esa caricia y sentimos la fuerza creadora de la energía que subía desde el suelo por nuestros pies, hasta rodear todo el cuerpo. La sensación solo era comparable a ese momento de llegar a casa, tras un largo periodo y sentir el amor de tu madre rodeándote con sus brazos y depositando un suave beso en tu mejilla, ese lugar donde te encuentras seguro, segura, y donde sabes que nada ni nadie te puede hacer daño, donde sólo hay AMOR.

Nunca olvidaré ese momento. Doy gracias a la vida, a la Madre Tierra, al Universo, a Dios, al Espíritu y también a Jaime por haber tenido el privilegio de vivir ese instante. ¡Que la magia y el amor nos acompañe siempre!



De corazón a corazón
May

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